Te conocí en mi peor momento, que coincidía con el más dulce para ti después esos meses tan duros, tras posiblemente la decisión más difícil de tu vida.
No cruzamos muchas palabras, pero nos intercambiamos los números con Andrés Suárez de fondo.
Cuando desperté al día siguiente pensé que todo quedaría en una simple anécdota, pues los 600 kilómetros que separan Madrid de Barcelona suponían un escollo difícil de sortear.
Día a día nos alimentábamos de palabras, ilusión y esperanza, viviendo presentes que dibujaban futuros que hacían enterrar pasados que dolían sólo de recordarlos. Nunca nos prometimos nada pero lo imaginamos todo.
Hoy dos años después de aquella frase en aquel concierto, tras unos días sin saber nada de ti, las redes sociales me susurraron la verdad que tú me trataste de esconder.
Con el billete en la mano, volví a pisar el pedal de freno.
¿Sabes esa sensación de no querer tirar algo por si algún día lo vuelves a necesitar, pero sabes de sobra que ya no lo quieres? Pues eso no se hace con las personas.